De la inevitabilidad de lo inevitable


La historia va más o menos así, el verano queda muy atrás pero muy presente en el recuerdo, Florencia ciudad soñada se queda en eso porque no pudimos ir a conocerla como teníamos planeado.¿Habeís visto a los protas? Pues bien Amy se cayó por la ventana justo el día que me quedé de vacaciones, desde un tercero que es un cuarto; la leche fue grande y tuvimos que cambiar 10 días en Florencia por una mañana en Lugo (por cierto la muralla me encantó) y una operación bien complicada de la que salió estupéndamente.
Por otro lado como la naturaleza siempre sigue su curso Lobito seguía creciendo adecuadamente, juguetón y sanote, después de tanta tensión disfrutábamos bien de ello. Teníamos claro que había que hacerle una pequeña operación pero disponíamos de tiempo y bien es sabido que con los veterinarios funciona como con los médicos: cuantas menos visitas mejor; o cómo dice mi abuela "no vaya a ser que ahora que estoy tan bien me encuentren algo"
Así que un día fue tan evidente la mejoría de Amy que entró en celo, el pobre Totó intentaba mediar entre sus dos compis pero fue necesario intervenir y mantenerlos separados. Concertamos hora para operar a Lobito y se hizo en seguida, el chaval quedó como una rosa, (más o menos) pasó la noche fuera lo que nos vino bien a todos para poder dormir; sabeís que después de una castración los machos aún pueden reproducirse al menos durante 10 días?.
Estaba claro que eso no nos iba a pasar, a estas alturas a Amy ya se le estaba pasando el celo, pero como no se le había pasado del todo le dimos unas pastillas para inhibírselo, no es un método muy natural pero bueno por una vez...
Y bien aquí os dejo el final de todos nuestros esfuerzos aproximadamente dos meses despues:



 Está claro que todo final es tan sólo un principio.